Los Soprano: qué Tipos más Infames

El gran Gandolfini

Los Soprano es una de las mejores series de televisión de todos los tiempos, opinión compartida por público y crítica desde que se estrenó en 1999. Con Los Soprano la seducción es inmediata: es suficiente ver el primer capítulo para darse cuenta de que se está frente a una serie inteligente y sofisticada. Todos nos quedamos fascinados cuando vemos a un gánster grande y con pinta de perder rápidamente los nervios, que se desmaya cuando ve que los patos que han colonizado su piscina migran a climas más cálidos (o a piscinas de familias menos peligrosas, quien sabe). O quizás no todo el mundo, los muy sensibles a la violencia dejan de verla en ese mismo episodio, cuando ven a Tony Soprano enseñar de manera muy instructiva a su sobrino Christopher Moltisanti, cómo debe tratar a los que le deben dinero.

Cuando la aceptación es tan unánime e instantánea, suele tratarse de un producto capaz de hacernos conectar con algo muy nuestro, algo que si no universal, debe ser muy relevante por lo menos para el humano occidental. De hecho, esta conformidad entre crítica y público no es tan frecuente con todas las grandes series. Veamos, por ejemplo, las que comparten con Los Soprano el podio de la historia (podio 100% HBO) según el seriólogo Rodrigo Fresán: The Wire y A dos metros bajo tierra. The Wire que, probablemente, sí es la mejor serie a ojos de la crítica, no tuvo en su momento el mismo éxito de público (seguramente debido a que The Wire tiene una forma de contar la historia más arriesgada y menos cómoda para el espectador, que tiene que rellenar huecos no-narrados). Y aunque A dos metros bajo tierra tuvo una respuesta parecida a la de Los Soprano, hubo voces discrepantes dentro de la crítica.

Una de las principales razones por las que Los Soprano se ha convertido en una serie inmortal es su protagonista, James Gandolfini. Es una verdadera lástima que él no lo fuera y que, de hecho, se haya muerto tan joven –mala temporada para actores excepcionales: además de Gandolfini nos quedamos también demasiado pronto sin Phillip Seymour Hoffman. Parecía una maldición, algunos incluso llegamos a temer por Michael Caine, Joaquin Phoenix, o incluso por Kevin Spacey. No tanto por Ben Affleck o Nicholas Cage, parecía una maldición muy selectiva–. Gandolfini era un actor magnético, sutil, enorme y con una de las sonrisas más sexis que ha poblado la Tierra. Aunque hizo alguna otra cosa que merecía la pena como Amor a quemarropa (1993), o El hombre que nunca estuvo allí (2001), sin duda Tony Soprano fue su mejor papel. Qué pena que se muriese dejando como último trabajo La entrega (2014). Un fiasco de película basado en el libro de Dennis Lehane. Y Dennis Lehane sabe cómo entretener, pero éste, desde luego, no fue su mejor libro. De todas formas, no pasa nada, Gandolfini no necesitó tener mil grandes papeles. Tony Soprano fue suficiente para hacer historia.

Tony Soprano y sus ojos tristes.
Tony Soprano y su amor por Meadow.
Tony Soprano y su cinismo con la terapia.
Tony Soprano y cómo su ira vela su gran inteligencia.
Tony Soprano y sus problemas para adaptarse al rol de jefe.

Quiénes somos y de dónde venimos a través de una organización criminal, un barrio, una familia, un individuo

Lo que ha conseguido David Chase con esta serie es un producto increíble por muchos motivos. Chase crea un mundo hortera y violento dentro de la normalidad de los suburbios de New Jersey. Los Soprano nos enseñan cómo se vive dentro de una organización criminal, en la que la pasta está por encima de todo. Y no la de comer, que también tiene su hueco (incluso sin oler los ziti al horno de Carmela, se entiende que el padre Intintola casi se juegue el cielo). Las familias mafiosas están formadas por trabajadores que viven ajenos a la legislación y la ética del resto de ciudadanos, pero que sí respetan las reglas que establece su comunidad. Una comunidad que solo piensa en ganar dinero de manera ilegal –que no es siempre más fácil–. Pero lo realmente revolucionario de la serie es que elige una familia, la del jefe, para contarnos cómo este tipo de vida se cruza con la vida normal del barrio, de la ciudad. Cómo se elige universidad para los hijos, cómo se relacionan con los vecinos no mafiosos, cómo sus hijos crecen y se les rompe el corazón como al resto de los mortales, aunque no sean como el resto de los mortales. Es decir, además de la visión general de la mafia y su estructura, David Chase nos regala una mirada a mayor aumento que nos muestra el desarrollo de una familia en esas condiciones. Y no se queda ahí. De hecho, lo mejor de todo es que sigue aumentando la escala hasta que la fija en un individuo, el jefe, Tony Soprano, el gran Gandolfini. Un hombre que pelea consigo mismo para dar la talla o para fingir que la da y así mantener el orden del superorganismo que depende tanto de su estabilidad. Y así se exploran las turbulentas relaciones de Tony Soprano con el amor romántico (Carmela, perdónaLO, como dirían Les Luthiers, las mejores parejas se pelean y casi todas se persiguen con un hacha), con el sexo, con su visión de sí mismo, con la amistad, su relación con el pasado –¡qué madre! ¡qué actuación la de Nancy Marchand!– y con su futuro (su sobrino, el inseguro y siempre incomprendido Christopher). Y aunque no nos reconocemos en los aspectos concretos de sus vidas, no nos reconocemos en solucionar las cosas matando al enemigo a patadas, sí sabemos de qué habla David Chase. No somos ellos, pero no somos tan distintos. No somos Tony Soprano, pero entendemos muchos de los procesos por los que pasa este matón.

Metadona para superar el mono

Capítulo a capítulo vas entendiendo mejor cómo es la estructura del mundo mafioso y cómo sobreviven sus miembros en ella. Los entiendes y, a algunos personajes, los quieres cada vez más. No es fácil evitar el poder adictivo que tienen las series en general y las buenas en particular. Así que cuando se acaba el último capítulo de la última temporada, buscas como loco algo que aplaque la ansiedad.

Sobre esta serie se han escrito ríos de tinta, con lo que es relativamente fácil encontrar metadona. Lo primero a lo que me acerqué para seguir con Los Soprano un poco más, fue al libro de Errata Naturae, Los Soprano Forever. Antimanual de una serie de culto. Era la acción más sensata teniendo en cuenta que esta editorial tiene muchos y muy buenos libros para serie-adictos. Ya había probado los excepcionales The Wire: diez dosis de la mejor serie de la televisión y Teleshakespeare: el primero de un tirón en una noche y el segundo, tranquilamente, durante un verano.

Los Soprano Forever contiene artículos estupendos como el de Noël Carrol o el demasiado breve de Rodrigo Fresán, pero incluso con ellos, esta vez, Errata Naturae fue necesaria pero no suficiente. Así que me tuve que acercar a una de mis librerías de cabecera, Tipos Infames, para ver si tenían alguna sugerencia. Y como casi siempre, la tenían. Me ofrecieron, Honrarás a tu padre de Gay Talese, Alfaguara, que cuenta la historia real de los Bonnano, una de las cinco grandes familias de la mafia siciliana que gobernaron el crimen organizado en Nueva York desde los años 60. Parece que David Chase se inspiró en esta familia para hacer Los Soprano. El libro es un trabajo periodístico detallado, que principalmente investiga la ascensión y caída de Bill Bonnano, de manera muy respetuosa con sus protagonistas (muchos de ellos aún vivos y en activo). Y te pone los pelos de punta ver (de nuevo) que los mafiosos no son tan diferentes. Y sorprende encontrar que los estragos de sus acciones están magnificados por la prensa –Gay Talese fue amigo de Bonnano hijo casi hasta su muerte, así que no sé si su visión suavizada de la vida mafiosa es creíble o no–. Un libro estupendo que redondea la sensación dejada por la serie. Así que de nuevo, los libreros de Tipos Infames fueron capaces de dar con lo que yo necesitaba en ese momento.

Tipos Infames es un sitio muy bonito en pleno barrio de Malasaña (Madrid), donde te puedes tomar un buen vino mientras compras, o echas un vistazo tranquilo a libros muy bien elegidos. Esto está muy bien, pero lo más importante es que sus libreros son excelentes y trabajan mucho para regalarte estupendas recomendaciones (por cierto, los lectores deberíamos reconocer el trabajo de las buenas librerías y comprar los libros a quienes nos los presentan y no a los que solo nos lo ponen más cómodo o un poco más barato; o nos quedaremos sin ellas). No sé si los Infames lo saben todo, de hecho (y eso es otra cosa que me gusta mucho de ellos), parece que no y que no pasa nada. Hablan de lo que saben (que es mucho) con respeto y sencillez. Y ya no sé ni cuántos autores y obras me han descubierto (muchas de las entradas de este blog procederán de sus recomendaciones). Y alguna de ellas ha sido todo un descubrimiento (por ejemplo, Un viaje a la India de Gonçalo Tavares, en Seix Barral, ¿de qué galaxia eres Gonçalo?).

Momentos estelares de la serie

Pero bueno, estábamos en Los Soprano y en las ganas que tenía yo de hablar con alguien sobre varias cosas que me impresionaron. Como la fascinante hipocresía de Carmela, la santa de la serie, la sufridora, que no es consciente de sus procesos -por ejemplo, cómo manipula al profesor de su hijo con sexo-. O momentos que no entendí, como la muerte de Renata, la mujer de Hesh ¿la envenena Tony Soprano para vengarse de lo que debe a Hesh? O ¿simplemente coincide en el tiempo y Tony aprovecha el dolor de su amigo para devolverle el dinero y recuperar su sensación de mayor estatus? No sé qué sería más cruel de las dos alternativas.

O incluso discutir momentos que se entendían perfectamente pero que, para mi cabreo, te explicaban temporadas más tarde: la traición de Chris a Adriana o “me-quedo-con-Tony-antes-que-contigo-que-ni-siquiera-puedes-tener-hijos”. ¿Quién tuvo la brillante idea de explicarlo después? ¿Es el mismo director del capítulo que, torturado por sus amigos con que “no se entendió” decidió aprovechar otra oportunidad?

O gozar recreando capítulos como el de Pauli y Chris perdidos en el bosque nevado, al más puro estilo cine de los Cohen (inevitable analogía que Rodrigo Fresán hace en el libro de Errata Naturae). O el tensísimo capítulo en el que Tony y Carmela pasan el cumpleaños de Tony en casa de su hermana y su cuñado Bobby.

Pero no he podido hacer nada de esto, porque la vi a destiempo. Las series hay que verlas, leerlas y comentarlas con otros fanáticos en el momento, porque los detalles se olvidan pronto y el placer, cuando se comparte, es mayor.

Tal vez, otro día, en otra entrada, compartamos algunos de los grandes momentos de esta serie, que alguno más hay ;-)… total, son solo 86 episodios.

LECTURAS MENCIONADAS
Los Soprano Forever. Antimanual de una serie de culto
V.V.A.A. (Fernando Castro Flórez, Ignacio Castro Rey, Iván de los Ríos, Rodrigo Fresán, Fernando R. Lafuente)
Errata Naturae, 2009
The Wire: 10 dosis de la mejor serie de la televisión
V.V.A.A. (David Simon, George Pelecanos, Rodrigo Fresán, Nick Hornby, Jorge Carrión, Iván de los Ríos, Marc Pastor, Margaret Talbot, Marc Caellas, Sophie Fuggle)
Errata Naturae, 2009
Teleshakespeare
Jorge Carrión
Errata Naturae, 2011
Honrarás a tu padre
Gay Talese
Alfaguara, 2011
La entrega
Denis Lehane
Salamandra, 2014
Un viaje a la India
Gonzalo Tavares
Seix Barral, 2014